Todo nuestro organismo se resiente después de unas fechas en las que cometemos excesos de todo tipo: muchas comidas abundantes y ricas en grasas, el alcohol de los consabidos brindis, las noches en blanco para las celebraciones, el humo del tabaco presente en todas partes (y más si somos fumadores)… Pero la piel, por ser un órgano expuesto a las agresiones exteriores y sufrir también las interiores, está especialmente predispuesta a sufrir estos excesos. Podemos intentar minimizar su efecto y recuperar su buen aspecto con unas medidas sencillas.
Lo lógico es que, después de este periodo de “todo vale”, intentemos recuperar el equilibrio nutricional adecuado mediante una dieta sana, los suplementos alimenticios necesarios, haciendo ejercicio físico de manera habitual, llevando a cabo cuidados cosméticos básicos y, sobre todo, adoptando una actitud positiva frente al nuevo año. La vuelta a la dieta equilibrada es algo fundamental: una alimentación sana debe ser, recordemos, rica en frutas y verduras, cereales integrales, aceites vegetales, pescados y carbohidratos. La hidratación constante (unos dos litros de agua al día) es también muy importante para recuperar líquidos y limpiar el organismo.
Los antioxidantes son una estupenda ayuda para que nuestra piel recupere su brillo y su buen aspecto, ya que ayudan a neutralizar el pernicioso efecto de los radicales libres sobre ella. Lo mejor es acudir al dermatólogo para que nos prescriba suplementos nutricionales con vitamina C, B y betacaroteno. Los cosméticos también son buenos aliados, estableciendo una barrera nutritiva entre nuestra piel y el exterior. El buen cuidado de la piel tiene dos pilares básicos: limpieza e hidratación. Hay que someter a nuestro rostro a una limpieza a fondo mañana y noche con un limpiador específico para nuestro tipo de piel, e hidratarla después a fondo con buenos productos. Sin olvidarnos de que es muy recomendable que estos cosméticos son más eficaces si llevan índice de protección solar.
