El objetivo de lavarse el pelo (además de sacarse el olor a cuero cabelludo sudado) es retirar la grasa. La grasa se retira con un tensioactivo; los tensioactivos más comunes son los sulfatos.
Los sulfatos son componentes que se encuentran en varios lugares: detergentes, pastas de dientes y en la mayoría de los champúes que utilizamos. Para resumir: son sales o sodio y generalmente aparecen en los listados de componentes con el nombre de Sodium Laureth Sulphate (SLES) o Sodium Lauryl Sulphate (SLS), una variante menos agresiva del primero, Sodium coco y otros.
Estos sulfatos son reconocibles por la cantidad de espuma que realizan, pero en verdad, su función es remover la grasitud. Todo divino si no fuera porque son terriblemente irritantes, arrastran el color de los cabellos teñidos y la keratina de los alisados. Si bien son buenos para retirar las siliconas agregadas para lograr más brillo, a la larga terminan secando el pelo.
Y la verdad es que no es tan necesario vivir desengrasando el pelo con productos tan extremos. Por eso compré este champú de Biferdil , libre de sulfatos pero con un poquitito de sodio, ya que contiene sodium laureth sulfosuccinate (no encontré nada que lo imputara como al SLES o SLS) y también tiene Cocamidopropyl betainamida mea chloride, uno de los surfactantes más delicados, es anti irritante y anti microbial, hasta se usa en productos para el cuidado de la piel. La fórmula es inocua, y quizás puede usarse para cueros cabelludos sensibles.
Tiene un agregado de creatina, un aminoácido afín a la estructura del cabello, que otorga mayor elasticidad y resistencia.
Tiene una fragancia delicada, limpia bastante bien el pelo y lo deja sedoso al tacto (beneficios del cabello corto: no uso acondicionador), también lo deja brillante a pesar de no tener siliconas agregadas. No es un shampoo fuerte, así que no sé si sirve para barrer restos de silicona de otros productos, pero seguramente no es tan agresivo como sus primos.
Fuente: http://fruticienta.blogspot.com/