Iluminadores para el rostro


Muchas veces la mayoría de las mujeres confunden el corrector de ojeras con el iluminador. Son dos cosas totalmente distintas. 

Los iluminadores son unas de las últimas tendencias en maquillaje. La correcta aplicación de un iluminador garantiza que un rostro irradie vitalidad y se llene de luz. Atrévete a salir del montón y marcar la diferencia con un look perfecto. 

 El corrector se utiliza para corregir ojeras, disimular ciertas imperfecciones, rojeces, marcas de acné o granitos, igualar el tono de la piel, mientras que el iluminador es un producto pensado para aportar volumen o luz al rostro, ya sea en zonas concretas bien definidas o en toda su base. 

 La palabra clave es la luz, ya que el as que guardan estos cosméticos de última generación es la luz y el efecto se consigue incluyendo en sus fórmulas micropartículas reflectoras de luz que atrapan ópticamente los rayos luminosos. 

 Puedes encontrar iluminadores en varios tonos, texturas y formatos y cada uno de ellos está pensado para crear un efecto distinto y para aplicar sobre un tono de piel diferente. No todos los colores de los iluminadores tienen la misma tonalidad. 

Los más comunes son los blancos o en la gama de claros, que sirven especialmente para conseguir que pasen inadvertidas y “rellenar” las zonas hundidas. No hay que olvidar que los iluminadores son productos ricos en pigmentos por lo que se necesita una mínima cantidad para notar su efecto en la piel. Si usas demasiado, provocas una acumulación del producto en las líneas de expresión que tienes más marcadas, lo que evidentemente provoca el efecto contrario a lo que quieres conseguir.


 Los iluminadores son cosméticos pensados para destacar y hacer más dulce la imagen, un efecto que se consigue, aplicando pequeños puntos en zonas estratégicas del rostro, aunque también se puede aplicar en todo el rostro y difuminarlo para dar una sensación más tersa y natural. 

Para conseguir el efecto se aplica con pequeños toquecitos en toda la cara y se esparcen homogéneamente con los dedos. Los tonos claros aplanan las superficies (ideales para zonas huesudas que forman sombras), y los oscuros hunden (son ideales para caras redondas).