Nuestros pies nos transportan de un lado al otro y son una de las partes del cuerpo a que menos atención prestamos. A menudo, usamos tacones demasiado altos, hormas muy estrechas o puntas excesivamente afiladas que nos pueden provocar lesiones irreparables.
El momento idóneo para comprar calzado y probárselo es la última hora de la tarde, pues nuestros pies están cansados y hasta puede que hinchados. Por ello, podremos adquirir zapatos que no nos aprieten. Conviene probarse los dos zapatos, ya que es posible que un pie sea más grande que el otro.
El uso de tacones altos provoca no sólo deformidad de la bóveda de la planta, sino que también puede producir un acortamiento de los gemelos y sobrecarga en los dedos de los pies. Los dedos se aplastan contra la punta del zapato y se deforman en forma de garra. Por su parte, las puntas afiladas hacen que los dedos queden aprisionados y se desequilibren. Es el dedo gordo el que más sufre, pudiendo dar lugar a un juanete. Deformado, rechaza los dedos medios que también se deforman y el dedo pequeño sufre una deformación inversa. Estos problemas son inicialmente pasajeros, pero el uso prolongado de calzado inadecuado puede dar lugar a que sean permanentes.
Usar calzado inadecuado puede acarrearnos las siguientes consecuencias:
• Juanetes.
• Dolores en la planta del pie y en el antepié.
• Deformidades en los dedos.
• Inflamación en los pies, la sangre no circula bien.
• Callosidades originadas por el roce y la presión.
• Inflamaciones en el tendón de Aquiles, dolores en los gemelos y en las rodillas.