Dentro de las terapias que día a día van surgiendo con el objetivo de hacernos ver más bellas y, también, de mejorar nuestra salud, hoy queremos volver la vista a una nueva forma de pedicura que se caracteriza por un sistema un tanto especial, hablamos de la ictioterapia.
Esta técnica milenaria llegada del otro lado del Mediterráneo promete unos pies suaves y cuidados con sólo sumergirlos en una cabina con peces garra rufa. Debemos señalar, en primer lugar, que tanto podólogos como esteticistas tienen opiniones distintas sobre su eficacia.
Lo cierto es que nos encontramos con que los profesionales de la podología se muestran reacios y se resisten a dar cabida a esta nueva técnica con peces garra, entre el amplio grupo de lo que podríamos denominar como verdaderas terapias para los pies.
Por otra parte también debemos contar con la opinión de los profesionales de la estética sobre la ictioterapia. En este caso la opinión es bastante diferente a la de los podólogos, ya que estos profesionales defienden que se trata de un método natural que se utiliza desde hace cientos de años.
Pero podemos preguntarnos de dónde vienen esos peces garra rufa, verdaderos protagonistas de esta terapia. Debemos decir que se trata de unos peces originarios de Turquía, Siria e Irán. Son peces que viven en aguas muy cálidas y se alimentan de células muertas.
Por eso la pedicura con garra rufa promete una piel de seda, ya que al sumergir los pies en el agua, los peces succionan con sus ventosas los restos de piel muerta, en un tratamiento exfoliante natural en el que se siente un ligero cosquilleo primero y un relajante masaje después.
Si viendo el trabajo que realizan los peces garra rufa podríamos pensar que la ictioterapia solo aporta beneficios a nuestra estética y salud, nos podemos preguntar cuál es el problema, y en ese sentido diríamos que se tratan de dos problemas.
El primero de los problemas que podemos encontrar con esta terapia tiene mucho que ver con cierto tipo de picaresca o engaño del que podemos ser víctimas, y es que no todos los centros de estética que ofrecen este tipo de terapia tienen peces garra rufa.
Este engaño puede ser debido a que existe otra especie de peces que también se alimenta de piel muerta, procedentes de Asia, que tienen dientes. Y eso provoca el lógico riesgo a que causen heridas en los pies, pudiendo transmitir algún tipo de infección o enfermedad.
Para evitar este posible engaño en centros que ofrezcan ictioterapia, es recomendable solicitar siempre el certificado veterinario que garantice que se trata de verdaderos peces garra rufa, que sólo tienen ventosas y, por lo tanto, no provocan heridas.
El segundo problema de esta terapia es el agua de la pecera. Los buenos centros de estética tienen una depuradora que mantiene el agua perfectamente limpia, y los peces se cambian periódicamente. Dado que sólo viven en aguas cálidas, es fundamental mantener una escrupulosa higiene en la pecera para evitar la proliferación de bacterias.
En un buen centro nos revisarán los pies antes de la sesión y los desinfectarán antes de sumergirlos en el agua. No nos permitirán hacernos la pedicura con garra rufa si tenemos algún corte o heridita, y mucho menos si tenemos alguna infección por hongos, como pie de atleta.