Piel grasa y piel seca



Piel grasa y piel seca son los dos restantes tipos de pieles en los que se suele categorizar la misma a la hora de hablar de sus propiedades, de su cuidado y de los posibles problemas derivados de los mismos. Entre los diferentes tipos de piel que comenzamos a ver en nuestro último artículo, estuvimos viendo precauciones y consejos de carácter general pero que estaban centrados, especialmente, en la piel denominada normal. Hoy continuamos, en primer lugar con las características de la piel grasa. 

En primer lugar debemos dejar claro que toda piel está recubierta de una película protectora de grasa. Todos, hombres y mujeres, debemos esa capa de grasa de nuestra piel a los andrógenos, los andrógenos son las hormonas sexuales masculinas y entre otras funciones regulan el funcionamiento de las glándulas sebáceas. Esta es la razón por lo que los niños no sufren de piel grasa y piel seca, especialmente en el caso de la primera, mientras que, por ejemplo, los adolescentes si la sufren y se ve en los casos de acné. 

 Una piel grasa es también una piel que tiende a engrosarse más facilmente. Para saber cuál es nuestro tipo de piel podemos optar por realizar una sencilla prueba en nuestra propia casa. Esta prueba que nos permitira dilucidar nuestro tipo de piel entre piel normal, piel grasa y piel seca, consiste en acostarse con la cara limpia y no aplicarnos ningún tipo de producto. A la mañana siguiente debemos observarnos en el espejo. Si nuestra piel tiende a brillar y su tacto es ligeramente aceitoso, podemos afirmar que nuestro tipo de piel es la piel grasa. Si solo ocurre en algunas zonas, podemos decir que es una piel mixta. 

Para asegurarnos de nuestro tipo de piel, podemos coger un papel de seda limpio y extenderlo sobre el rostro. En las zonas en las que nuestra piel sea grasa, el papel quedará manchado como si hubiera estado en contacto con el aciete. Y si entre piel grasa y piel seca nuestro caso es el último, estaremos hablando de que poseemos un tipo de piel cuyo contenido en agua es inferior a lo habitual. En la mayoría de los casos se trata de pieles ligeramente deshidratadas. 

El agua es lo que da a las células de la piel su flexibilidad y los cuerpos grasos, segregados por las glándulas sebáceas, impiden que este agua se evapore. Dos son las causas que provocan la presencia de piel seca. En primer lugar la evaporación del agua como consecuencia de la exposición al sol o a una atmósfera demasiado seca. Por otra parte, la pérdida de la grasa debida muchas veces al abuso de jabones u otros productos.